18/3/09

De mis viejos y el Tango

Mi papá conoció a mis abuelos, sus suegros, en un baile de Carnaval, en San Lorenzo. Los estuvo esperando como dos horas, y para que no le afanen la mesa, se entretuvo tomando unos vinos, cosa que cuando llegaron mis abuelos, él estaba con la lengua totalmente espiralada. Sin embargo todo salió bien, y la historia, la mía , arrancó unida al Tango y el Glorioso Club San Lorenzo de Almagro.

Los primeros Tangos que escuché fueron: " El ciruja " , " Duelo criollo " y " Barrio de Tango ". Los cantaba mi papá, acodado en los marcos de la puerta de mi pieza. Digo en los marcos, porque mi viejo fue boxador amateur y tiene la espalda ancha como toda la puerta.
Yo tendría cuatro o cinco años, y compartía el cuarto con mi hermano mayor. Mi otra hermana, también más grande que yo, siempre fue una reina y ya tenia su propio cuarto!

Después nació la más chica de los cuatro... yo tenía seis años, mi hermano se fue a domir al living, mi viejo largó las serenatas tangueras para dedicarse a versiones grounge del A-rró-rró, para mi hermanita que ahora dormía conmigo.

Los primeros Tangos que ví bailar, fueron también de mi papá y mamá, en reuniones familiares o peronistas de los 70. Siempre en casa... mi papá más bien de short y chinelas, y mi mamá de vestidos floreados. Me acuerdo bien del pelo largo de mi mamá, hasta la mitad de la espalda, justo donde mi viejo le apoyaba la mano, así que ella se lo pasaba para adelante, me acuerdo perfecto porque allí fue que me fui formando una idea del baile y de otras tantas cosas. También tengo el recuerdo de esa época muy relacionado a la marcha peronista de Hugo del Carril, el bombo, y la fiesta de la JP.

Después ya no más Tango, más bien mucho Leonardo Favio, mucho miedo a la cana y algún baile de navidad. Hasta que mucho después conocí a Virginia, que era para mi la primera chica que escuchaba y bailaba Tango. Fue para mí como una señal o como un disparo. Ella me contó de Virulazo, y yo le conté de Hilda y Horacio.

Cuando nosotros empezamos a hacer exhibiciones, la familia volvió al baile. Mis dos hermanos más grandes nunca pisaron la milonga, pero mi hermanita sí viene de vez en cuando, y aunque más bien le gusta tomarse un tinto con con un par de hampones que la acompañan, sabe bailar y una o dos tandas se regala.
Mi viejo ya no tiene esos bigotes tan-tan largos de su época de cantor, y mi mamá aunque tiene el pelo mas corto, está igual de linda, y baila con la misma cara de "me-gusta-pero me-da-vergüenza".
Ahora se acerca el viejo boxeador, que suavemente la rodea con su brazo, y la historia gira por la pista.